Señora de Guadalupe, tú eres mi madre. Sufro y languidezco atado por el pecado. Enciendo esta vela con la intención de reconciliarme pronto con Milena Ágda Vasconcelos. Ella es maravillosa conmigo. Pero ella no siente nada por mí. Me bloqueó en todas las redes sociales. Es verdad que me han gustado otros cuando ella no estaba porque me sentía herido. No soporto verla tan lejos. Yo me equivoqué. ¿Pero quién no comete errores? Todos cometemos errores. Incluyendo a ella. Quería que el corazón cambiara. Que surjan sentimientos de cariño hacia mí. Que ella sea mi novia, prometida y esposa. La madre de nuestros hijos. Quería tener una hija con ella y la llamaría Amelia. Pero sólo puedo orar. Nada coopera para que nos volvamos a encontrar. Nada en absoluto. Pasan los días y simplemente nos alejamos. Puede que ni siquiera me recuerde. Todo lo que puedo ver es su desprecio por mí. No quería que fuera así. Pero simplemente no hay nada que pueda hacer. Mi trabajo también necesita cambiar. Ya no me conviene quedarme en ese lote. Necesito respirar nuevas oportunidades y sentir lo nuevo de Dios. Mamá, no sé rezar. No sé. Quería ser santo, pero no puedo. Te ofrezco mis pecados y miserias. Eso es todo lo que tengo. Apenas eso. Les imploro que den frutos en esta Facultad de Ciencias Jurídicas. Que no me desvíe del camino. Antes, que puedo, a pesar de todo, ser un excelente profesional del Derecho para poder ser simplemente sal de la tierra y luz del mundo. Ayúdame a ganar bien para poder mantener a mi familia (padre y mi hermano), pero también a la que quería formar con Milena. Tenía tantas ganas de que ganara. ¿Que puedo hacer? Lo único que puedo hacer es rogarte, madre.

Observación: Cura el corazón de Milena Ágda Vasconcelos;