Dulce Madre, Madre Mía… no tengo más que decir postrada a tus pies que GRACIAS. Gracias por arropar a los niños cada que los perdemos de vista por un momento, por protegerlos más que yo, por abrazarlos cuando están tristes, por amarlos como la Madre que eres. Gracias por las bendiciones, porque el trabajo no nos ha faltado, porque en medio de todo esto no hemos enfermado, por el  trabajo estable, gracias por nuestros padres y nuestra casa. Gracias por Bruno. Gracias por los alimentos. Gracias por interceder ante tu Hijo, gracias, Madre. GRACIAS dulce siempre Santa Virgen María.